sábado, 3 de noviembre de 2012

COMENTARIO SONETO DE LUIS DE GÓNGORA por Marc Hernández González


DE UNA DAMA QUE, QUITÁNDOSE UNA SORTIJA, SE PICÓ CON UN ALFILER

Estamos ante un poema que pertenece a la etapa de madurez de Luis de Góngora y Argote, etapa que empieza aproximadamente en 1611. Góngora nació en Córdoba en 1561. Estudió Leyes en Salamanca pero, al parecer, no llegó a terminar la carrera. Ordenado de menores, vivió siempre de los beneficios eclesiásticos que le cedió su tío materno y, en sus últimos años, fue sacerdote de la Capellanía Real en 1617. 
La obra poética de Góngora consta de poemas populares -romances y letrillas- y poemas cultos: canciones, sonetos y tres grandes poemas (la Fábula de Polifemo y Galatea, Las Soledades y Panegírico al Duque de Lerma). Hoy en día se conservan algunas cartas sobre crítica literaria, y un epistolario muy interesante para conocer las angustias económicas de Góngora, que en los últimos años fue desalojado de su casa y pasó a ser alquilada por su gran rival, Francisco de Quevedo. 
Góngora fue siempre muy admirado por su poesía octosilábica, transmitida generalmente con música y en la que destaca su capacidad conceptista, presente sobre todo en las obras burlescas, abundantes en los romances y las letrillas. Practicó todos los temas, desde los pastoriles y moriscos, hasta los cautivos, mitolígicos, carolingios, líricos, lírico-amorosos, morales, panegíricos, satíricos... Hasta 1600 no suele utilizar el endecasílabo ni los sonetos, por consiguiente; para las burlas acude al octosílabo como metro más grave. Cuando recoge el gusto por los sonetos, aquellos burlescos y satíricos, incluso los laudatorios y morales, están construidos con gran perfección estructural, siguiendo la moda italiana del uso de la correlación, la diseminación y la recolección de términos.
El poema a comentar corresponde, pues, al estilo del Barroco más trabajado y rebuscado, siendo así un claro ejemplo de estilo culterano. El asunto del poema nos lo advierte el poeta en el mismo título: el yo poético, un claro cortejador de una dama llamada Clori, relata cómo la dama, inconsciente, quitándose una sortija, regalada por él, se pincha con un alfiler que contiene la misma sortija. 
El tema principal, junto a la exaltación amorosa, viene centrado en la lengua poética, en la complicación formal y el embellecimiento del poema para expresar un acto cotidiano. Esto, pues, concuerda con la poética culterana, también denominada gongorismo, donde fondo y forma van íntimamente ligados.
Todo el poema se construye a partir de recursos utilizados ya en sus dos grandes poemas: embellecimiento de la realidad a través de metáforas e imágenes, y el uso continuado de una sintaxis latinizante, cultismos, numerosas alusiones a la mitología y a la tradición clásica en general. 
En cuanto a la estructura interna, este poema está dividido en dos partes: en los dos primeros cuartetos, el autor describe el anillo y el dedo de la dama Clori; la segunda parte, presentada en los dos últimos tercetos, se abre con la conjunción "mas", seguida de la interjección "ay", que representa el cambio de escena, acentuando el momento en el que Clori se pincha con el alfiler de la sortija. 
Atendiendo a la estructura externa, se trata de un soneto endecasílabo, compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Presenta una rima consonante con la siguiente estructura métrica: ABBA ABBA CDC DCD. Resaltamos el uso de la diéresis para, además de conseguir el número de sílabas, marcar la parte del contenido del poema: el momento del pinchazo con el alfiler.
Todo el poema, en general, correlaciona el uso del artificio, que es un recurso muy trabajado y en el que se incluyen todo tipo de recursos estilísticos, y el de la violencia del lenguaje; pero siempre con un tono formal y el perfecto uso de las correctas palabras. Lo que Góngora pretende con el método de forzar la lengua es construir un poema perfecto, que se asimile a una joya. Esto es un elemento que, a su vez, se relaciona con el contenido del poema, que es la joya con la cual la dama se pincha. Los recursos estilísticos más utilizados son las metáforas. El uso de metáforas sobre metáforas crea un artificio complejo con el que Góngora juega. Nos encontramos que, desde una primera lectura del soneto gongorino, destaca mucho el uso y abuso del hipérbaton. Con la utilización de este recurso, el autor da paso a la confusión sintáctica y semántica. Esto se debe a la complejidad que Góngora quiere conseguir. Gracias al uso del hipérbaton y las metáforas, consigue una mezcla de conceptos: anillo-dama-poema, que los considera una misma cosa. La finalidad del uso del hipérbaton, colocando los verbos al final -igualando la lengua latina- es ennoblecer el lenguaje.
En el primer cuarteto, con el uso de metáforas, sinestesias y epanadiplosis, primeramente, el autor asemeja el blanco de la piel de la dama Clori con el de los materiales preciosos como el "nácar". Nos encontramos ante una doble lectura con la metáfora "émulo luciente", entendiendo, por una parte, cómo es el anillo para la dama y, por otro lado y a su vez, cómo es la dama para el autor. Más adelante entenderemos que el dedo de la dama está aprisionado por la sortija y el anillo aprisiona el diamante que lo conforma.
En referencia al segundo cuarteto, la descripción de la actitud de la dama cuando quiere despojarse del anillo, nos indica que ésta pierde atributos de belleza, y da a entender que la sortija es la que otorga la belleza. Esto lo da a entender con la descripción de la dama, comparándola con un metal. El "vínculo dorado" del último verso del cuarteto es una metáfora que indica la unión de la dama con la sortija, e incluso del poeta con la dama.
El suceso dramático de la composición se produce en el primer terceto, que es el momento en el que la dama se pincha con el alfiler; hecho que se marca con la conjunción e interjección "Mas, ¡ay!". Continúa con una alusión metafórica al elemento que ocasiona el pinchazo, "latón breve", elemento que no es ya un material precioso, sino algo con calidad inferior y atributos negativos. Vemos, pues, como Góngora pretende una concentración de procedimientos estilísticos, cultismos léxicos y sintácticos, afines a una poética nueva, estilista y alejada del vulgo. El autor cordobés somete la realidad a una distorsión estilizada donde, en un primer plano, caricaturiza la realidad y la deforma; en un segundo plano, la exalta y magnifica para convertirla en belleza permanente a través del lenguaje, mediante un proceso de depuración e intensificación.
El término "divina sangre", ya al final del primer terceto, nos despierta un cierto tono amoroso, inspirado en el neoplatonismo, ya que el amor que siente hace la amada es divino. Se produce un calco de la sintaxis latina, "divina sangre bebe", al incluir el verbo en posición final.
En el último terceto, mediante el uso de metáforas, adjetivos calificativos positivos y un encabalgamiento, Góngora describe el color de la mano y de la sangre cayendo tras el pinchazo. En el último verso del poema, encontramos un recurso de alusión mitológica a la Aurora al referirse al cielo en el momento de mayor intensidad cromática (rojo), "claveles deshojó la Aurora en vano".
Góngora pretende aristocratizar la poesía, destinándola a un lector culto. Toma el argumento como pretexto para la creación de un mundo idealizado y sorprendente. Nos encontramos, pues, ante un poema que caracteriza la etapa madura de Góngora, la etapa más difícil y oscura. El uso del culteranismo o gongorismo, la abundancia de cultismos, el contraste exagerado, el embellecimiento de la realidad y el difícil entendimiento pensado y elaborado, demuestra la clara labor poética de Luis de Góngora y Argote.

MARC HERNÁNDEZ GONZÁLEZ    2º BACHILLERATO HUMANÍSTICO Y CIENCIAS SOCIALES

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