jueves, 1 de noviembre de 2012

COMENTARIO SONETO 164 (QUEVEDO) por Lorena Carrillo


SONETO 164. MUJER PUNTIAGUDA CON ENAGUAS

Si eres campana, ¿dónde está el badajo?
Si pirámide andante, vete a Egito;
si peonza al revés, trae sobreescrito;
si pan de azúcar, en Motril te encajo.

Si chapitel, ¿qué haces acá abajo?
Si de diciplinante mal contrito
eres el cucurucho y el delito,
llámente los cipreses arrendajo.

Si eres punzón, ¿por qué el estuche dejas?
Si cubilete, saca el testimonio;
si eres coroza, encájate en las viejas.

Si büida visión de San Antonio,
llámate doña Embudo con guedejas;
si mujer, da esas faldas al demonio.

"Mujer puntiaguda con enaguas" es un soneto del siglo XVII, es decir, de la época del Barroco, y fue escrito por Francisco de Quevedo. Quevedo fue un autor brillante que caracteriza el movimiento al cual pertenece, o mejor dicho, la época da lugar a pensar a este genial escritor. Este fue partidario del conceptismo, movimiento que se caracteriza por su espíritu crítico y con su enfrentamiento ante la dura realidad de la situación económica, social y política en la España del momento. Tal y como iba explicando, el Barroco fue una época negra marcada por la pobreza, por cierta censura y por la excelencia en el ámbito cultural. El arte, pues, y en particular la literatura, será un claro ejemplo del momento. Hubo autores que con sus obras se evadían del mundo, véase a Góngora con el culteranismo. En cambio, Quevedo, con sus obras, mostraba una visión crítica sobre todo lo que le rodeaba preocupada por esconder os vicios bajo los disfraces de grandes vestidos y excesivo maquillaje. De aquí nace la idea del soneto "Mujer puntiaguda con enaguas", donde criticará a una muer en concreto que no tendrá más mérito que encontrar hombre, cautivándolo con sus voluptuosos vestidos y su aspecto demasiado retocado.
En este soneto el asunto es casi inexistente, ya que lo único que vemos son críticas directas. Pero como tema podríamos decir que es la crítica a la vanidad y a las falsas apariencias, esas que caracterizaban a las mujeres y, en general, a una capa social determinada.
En cuanto a la estructura interna del soneto, podemos ver que se corresponde a una descripción lineal, es decir, describe a la mujer en todos los versos comparándola o haciendo alusión a un objeto o sitio que se asemeje a su aspecto. Presenta una cierta estructura acumulativa, ya que va enumerando una por una diferentes condiciones, y no es hasta el último terceto dónde encontramos la crítica máxima, la crítica que hace daño y deja claro de qué condición está hecha esa mujer, con la indumentaria que viste y las otras atribuciones que guarda en su aspecto. El clímax final o la burla fuerte del último terceto muestra esa carcajada intensa que le produce a Quevedo esa mujer. Este tipo de estructura, pues, permite que la critica sea más dura y más dolorosa.
Esta composición que se nos presenta es un soneto, es decir, un poema compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Presenta una rima consonante, versos endecasílabos y el siguiente esquema métrico: ABBA ABBA CDC DCD.
Volviendo al fondo del poema, podríamos decir que muestra la visión crítica que presentaba Quevedo ante la sociedad del momento, de las mujeres, de todo en general. Cuando alguien opta por un espíritu crítico o es una persona que le gusta poner trabas a todo, es consciente, verdaderamente, de la situación decadente en la que vive y no le queda otra que hacer ver al mundo, a través de sus escritos, lo que se esconde en todos los rincones de la sociedad. Esto es lo que pasó con Quevedo. Él, viendo la situación de penuria que marcó la época barroca (aumento de la pobreza y la hambruna, desigualdades sociales, etc.), opta por mostrar su enfado con todo, y nos da una visión real y a la vez crítica de lo que pasa. Y, tal como se decía antes, hubieron otros que apostaron por evadirse, irse a mundos perfectos (o bien crearlos en constante añoranza) con paisajes bucólicos, fuera de la verdadera situación. Quevedo, no.
Veremos su estilo marcadamente directo, como si cara a cara la insultara y pusiera en jaque toda su persona. Este estilo tan directo está resaltado por un seguido de oraciones condicionales que le dan un toque irónico ascendente al soneto en general. Es más, Quevedo se servirá de la figura retórica de la hipérbole para exagerar aún más los rasgos de la mujer y así poder hacer la crítica mucho más dura y, por otra parte, más humorística para el lector. Al ser oraciones condicionales, precisan de la conjunción "si", que se irá mostrando a través de anáforas en prácticamente todos los versos, así tan a todo el soneto el carácter condicional que precisa.
Además, en cada verso encontraremos metáforas e imágenes, ya que a utilizar oraciones condicionales relaciona el aspecto de la mujer (gracias a la metáfora) con un sitio o un objeto, así crea una imagen que provoca en el lector una visión cómica. Así acentúa la ironía y el sarcasmo, propio de todo el soneto. Ciertamente esa es la norma: metáforas, imágenes, condiciones y exageraciones son las que hacen pasar de la crítica de una cosa tan simple a algo marcadamente humorístico y sarcástico. Si la crítica careciera de todos estos elementos, quizás ni hubiera llegado a nuestros días. Es cierto, es distinto decir "te queda muy mal este vestido" que decir "Llámate doña Embudo con guedejas".
En el primer verso de la primera estrofa encontramos una metáfora, una imagen y una pregunta retórica, además de esa condición que caracteriza al poema. La metáfora y la imagen están presentes "Si eres campana" (v.1), es decir, una mujer con esa falda que le hace caderas de campana, y nos imaginamos una campana en su cuerpo. La pregunta retórica, "¿dónde está el badajo?", muestra ese sentimiento de risa hacia el vestido. En el segundo verso, encontramos una personificación con ese "si pirámide andante" (v.2), resaltando de nuevo la forma del vestido y asemejándola a una pirámide. De ahí que le inste a huir a Egipto.  Todo el primer cuarteto, es una descripción, pues, de la mujer y sus faldas, intensificando la burla y la visión grotesca de ella.
La segunda estrofa parte de las mismas características que la anterior. Desde el primer verso, encontramos una metáfora y una pregunta retórica, "Si chapitel, ¿qué haces acá abajo?" (v.5). El segundo y tercer verso, semánticamente, irían juntos. Se caracterizan por una metáfora bastante grotesca que da lugar a la carcajada, "Si de diciplinante mal contritto / eres el cucurucho y el delito" (vv.6-7). Y, por último, cierra el cuarteto con un imperativo, "llámente" (v.8), resultado de las condiciones anteriores.
En el primer terceto, volvemos a encontrar los mismos recursos, intensificados por la imagen final, "si eres coroza, encájate en las viejas" (v.11), que determina el aspecto de la mujer.
Por último, nos adentramos en la última estrofa. Allí encontraremos el clímax final, esa carcajada intensa. No es de extrañar que la denomine "doña Embudo" (v.13), pues tal es su aspecto, tal es la visión grotesca que provoca, que es inevitable, y por ello la risa es mucho más contundente, que otorgue el carácter de "don" a un 'embudo', cosificando más el aspecto y la condición humana de la mujer.
En general, todo el poema está compuesto por condicionales, metáforas, imágenes, preguntas retóricas..., y la única explicación del porqué las utiliza es la intención de dar un espíritu más burlesco al soneto. Quevedo se quiere reír de la mujer, pero quiere reírse con gracia y estilo. Recurre, mismo tiempo, a un vocabulario más coloquial, es algunas ocasiones casi vulgar. No hay, pues, una dignificación de la poesía, pues Quevedo tampoco lo pretende. El vocabulario transformará a la mujer en un objeto, un objeto chistoso, y esto hace que la crítica sea aún más dura. Podríamos decir que Quevedo consiguió su objetivo.


LORENA CARRILLO ALCARAZ    2º BACHILLERATO HUMANÍSTICO SOCIAL

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