lunes, 1 de octubre de 2012

UN DÍA DISTINTO A LOS DEMÁS por Paloma Maniás

Esta mañana, cuando me desperté, vi una ardilla justo delante de mí. Me miraba fijamente con unos enormes ojos. Al principio, me asusté, ya que, seamos realistas, ¿desde cuándo una ardilla te da los 'buenos días'? Incluso para mí, una persona que vive en un árbol, es algo extraño.
La cuestión es que, cuando el animal se fue, cumplí con mi rutina: cogí mi libro y mi fusil, y me senté. Leía tranquilamente hasta que escuché un ruido. No eran pisadas provenientes del bosque ni tampoco los pájaros, que en ese momento cantaban. El sonido era de los pasos de caballos; serían unos dos o tres, ya que resonaba mucho. Se acercaba un carruaje de una familia rica. Pude deducir que eran ricos por el aspecto de la carroza. Me escondí un poco más de lo que ya estaba y me tapé con las hojas del árbol. Mantuve el silencio hasta el momento en el que se dejaron de escuchar los caballos, y fue cuando solté un suspiro. Una puerta se cerró de un portazo, y tuve miedo. Reuní el valor suficiente para poder asomar la cabeza y ver quién era. Allí estaba, a pocos metros, nada más y nada menos, que el rey. Eso sí que fue sorprendente. Me vio y me hizo un gesto con la mano para que bajara, pero yo no iba a bajar.
- Disculpe, su majestad, bajar del árbol no es mi mayor deseo ahora mismo.
- Buen hombre, no le pido un gran esfuerzo. Tan sólo me gustaría hablar con usted.
- Lo siento -insistí-, pero creo que he dejado claro que no bajaré. Perdone mi mala reacción.
- De acuerdo, joven. En ese caso, se lo diré desde aquí. He decidido que le construiré una casa en la que vivir para que no tenga que estar incómodo.
No me lo podía creer.  ¡El rey me estaba ofreciendo una casa! Y me limité a decir: "Le doy mil gracias". El hombre sonrió, se subió de nuevo a la maravillosa carroza de oro y volvió por donde había venido.

PALOMA MANIÁS   2º ESO A

No hay comentarios:

Publicar un comentario