viernes, 12 de octubre de 2012

UN RECUERDO SE DESVANECE por María Durán

Todo estaba oscuro, solo una pequeña llama quedaba consumiéndose en la chimenea de esa estancia. En frente de ella, un sillón rojo y en él, una persona sentada recordaba todo lo que había pasado durante aquel ajetreado día. Intentaba pensar en cada gesto, cada movimiento de aquella conversación que había mantenido con su hermana hacía tan solo unas horas. Ella vestía con una blusa lila y su cara reflejaba un sentimiento de angustia que nunca antes había visto. Todo lo que había tenido hasta entonces se desvanecía, y solo por una carta que su hermana había leído hacía unos minutos.
Los dos corrían hacia aquella dirección, intentando descubrir toda la verdad sobre su pasado, mirando de entender el porqué de aquello. Pero, al llegar a ese lugar, el edificio no estaba; la casa de acogida, en la que se criaron de pequeños, ya no existía. Todo se derrumbaba, nada de lo que ellos recordaban se podía verificar, y aquella carta, solo aquella, la había puesto todo del revés. Fueron a buscar a la persona en la que confiaron de pequeños, la señora Páterson. Ahora vivía a un par de calles más allá de su casa, y les podía dar bastante información sobre aquello que pasó allí, lo que pasó en el hospital en el que nacieron. Al llegar a su pequeña, pero acogedora casa, la señora Páterson les abrió las puertas, aunque no con mucha alegría, ya que sabía a lo que venían, sabía que con esto todo su pasado se descubriría.
En ese mismo instante, la llama de la habitación se desvaneció, y el señor que había sentado en aquel sillón tuvo que dejar el recuerdo e ir a por leña a la sala de calderas.

MARÍA DURÁN    3º ESO B

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